lunes, 13 de agosto de 2007

HIROSHIMA Y SAKAMOTO


Habéis visto alguna vez en la televisión los metros de Japón cuando la gente no entra en el vagón y hay unos empleados de la estación que empujan a todo el mundo para que las puertas se cierren??? Pues nuestro viaje de Osaka a Hiroshima fue así. Coincidía que no teníamos reservado el asiento y daba la casualidad de que aquí empezaban las fiestas “de todos los santos”, parecidas a las de España (se honrra a los muertos). El viaje fue de hora y media de pie y sin poder moverse, bien pegaditos todos (no tuve ni sitio para sacar la cámara y sacar alguna foto).
A la llegada a Hiroshima, nos esperaba Sakamoto, un amigo de Shuichi que vive en Mihara a 20 Kms de Hiroshima; el ha hecho de anfitrión estos dos días en Hiroshima, enseñándonos todos los sitios que se puedan ver por aquí y alguno más. El primer día fuimos a Miyajima (uno de los tres más hermosos paisajes de Japón, según pone en el brouchure que te dan nada mas llegar a la isla). Lo primero que nos llamó la atención a la llegada, es el recibimiento que hacen los ciervos a la gente que se baja del barco. Están sueltos por toda la isla y les puedes tocar y como tengas algo de comida encima, ya no se separan de ti en todo el recorrido. Estuvimos en el santuario Itsukushima y vimos el O-torii que está cerca de la orilla (cuando la marea está baja, puedes llegar a tocarlo). La isla tiene para ver también el santuario Omoto, la pagoda Tahoto, el templo Daishoin, el parque Momijidani situado al pie del monte Misen y un montón de cosas más. Un sitio muy recomendable para visitar por su belleza.

De allí nos dirijimos al A-bomb dome, monumento que han conservado y que se mantuvo en pie después de estallar la bomba atómica (impresionante). Y no menos impresionante el museo conmemorativo de la paz de Hiroshima, donde se te pone la “carne de gallina” desde el momento que entras hasta el que sales, viendo todos los daños causados por la bomba atómica (los efectos de la radiación, los rayos caloríficos, la onda explosiva ).Allí puedes ver desde el cambio de la ciudad de Hiroshima antes y después de la bomba, hasta materiales atestiguantes de las personas que perdieron la vida allí (muchos de ellos niños). “Cada uno de estos objetos representan el dolor, el pesar o la furia humanos, y con su silencio, nos advierten para que no permitamos que una tragedia igual se repita”.
Después de esto y siguiendo nuestra jornada “bélica” nos dirigimos al museo Yamato de la ciudad de Kure. Un museo donde puedes ver el famoso Yamato a escala grande y todos los barcos de la flota japonesa que fueron hundidos en la 2ª guerra mundial.
Después de casi 13 horas sin parar, dejamos las maletas en el hotel y nuestro amigo Sakamoto nos invitó a cenar a un restaurante de comida japonesa (buenísimo, por cierto, todo y como no, el sashimi también).


Al día siguiente y sin habernos recuperado de la intensidad del día anterior, Sakamoto trajo su coche y nos llevó a la costa para darnos un tour completo por todas las islas que tiene Hiroshima en la costa conectadas cada una por puentes gigantescos. Peciosos sitios para pasar el día soleado que tuvimos.

A la noche, y para cerrar nuestro paso por Hiroshima, Sakamoto haciendo gala de la hospitalidad mostrada durante estos dos días nos invitó a su casa a cenar con su mujer.
Desde aquí agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros en Hiroshima y esperemos verle alguna vez por Donosti. (Ya estuvo viviendo varios años allí).

Hoy hemos cogido el Shinkasen a Toyama, el pueblo natal de Shuichi y desde el mismo Shinkasen estoy escribiendo esto; estaremos cuatro días en una de las principales ciudades productoras de arroz de Japón. Dicen que también es famosa por la calidad de su pescado.

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